Hace algún tiempo, en un paseo que hice a los bosques de la ciudad de México, íbamos por la carretera, cuando de pronto el auto en el que viajábamos mi prima Angela y yo, se paró sin razón, lo habíamos alquilado y nos habían asegurado que todo estaba bien, por lo que decidimos bajar del auto y pedir ayuda, ya como mujeres inexpertas que éramos en mecánica, ni siquiera lo intentamos arreglar, teníamos miedo de estropearlo más de lo que ya estaba.Nos colocamos las dos en el arcén de la carretera esperando que algún auto pasara y nos ayudara, era alrededor de las cinco de la tarde, y como era en el mes de noviembre ya empezaba a oscurecer, empezamos a sentir miedo e inseguridad, nosotras en plena carretera y solas.
Pero nuestra suerte cambió en pocos minutos y mi amiga Angela logró detener un auto, era un joven muy guapo, nos preguntó que pasaba y nosotros no supimos explicarle exactamente el problema que tenía el auto, el joven levantó el capó y miró si el auto tenía algún desperfecto, pero como ya oscurecía y no teníamos ninguna linterna el joven nos sugirió:
Miren, vivo cerca de aquí, en una pequeña casa, muy humilde, vivo con mis abuelos, pero con todo gusto les ofrezco mi casa y mañana bien temprano vamos al pueblo mas cercano y buscamos ayuda, y si no es algo grave hasta yo les puedo ayudar sin ningún compromiso..¿que dicen?
Angela y yo nos miramos y pensando que era peor quedarnos solas en la carretera, aceptamos la propuesta del joven.
Ocultamos el auto entre unos árboles y nos dirigimos bosque adentro hacia el hogar del joven, efectivamente no se encontraba lejos de la carretera, cuando entramos a la casa, estaban una linda pareja de ancianitos sentados en unas mecedoras de madera, muy callados, la abuela sólo nos sonrió, nosotras contestamos el saludo y el joven inmediatamente nos llevó a lo que sería nuestro cuarto.
Al llegar la noche, Angela y yo no podíamos dormir de tantos ruidos que escuchábamos, decidimos salir para ver que pasaba, y vimos que el cuarto del joven tenía la luz encendida, y escuchábamos como se aclamaba desesperadamente a Dios pidiendo repetidas veces perdón...pero no sabíamos
por qué, Angela se acercó al barandal de la escalera y me dijo:
¡Mira!...
Estaban bajo nosotras las dos mecedoras que se movían como si algo o alguien estuviera sentado ahí, meciéndose, no había viento ni nada que las moviera, las dos nos miramos asustadas y corrimos a nuestra habitación para encerrarnos, cuando amaneció ninguna de las dos había podido dormir. Cuando salimos de la habitación había un silencio sepulcral, que hasta daba miedo, estábamos tan asustadas que decidimos salir de de la casa y buscar el auto, al fin de cuentas no caminaríamos mucho.
Cuando llegamos al auto, cual seria la sorpresa, que arrancó a la primera, sin ningún fallo y logramos irnos de ese misterioso lugar el cual nos causaba miedo.
Llegamos a un restaurante del primer pueblo que encontramos, teníamos mucha hambre, un policía que se encontraba sentado cerca de nosotras nos preguntó:
¿Es de ustedes ese auto que esta afuera?
Si. le respondimos. ¿Por qué oficial?.
Me pareció haberlo visto en la orilla de la carretera.
_ Ah si, lo que pasa es que nos quedamos en una casa que esta cerca del lugar, ya
que nuestro auto se paró y no podíamos arrancarlo.
_¿Donde dicen que se quedaron?
_ En una casa que esta cerca de allí.
_ La única casa que está cerca de allí es la de los Sres. Sánchez.
¿Unos que viven con un joven?
Dirán, vivían, hace tiempo que murieron los abuelos, al parecer cuentan que el
joven los mató y después se suicidó. Se encontraron los cuerpos de los abuelos sin
vida sentados en sus sillas y el joven colgado de su cuarto.
No puede ser oficial, tal vez sea otra familia la que usted nos dice, porque nosotras estuvimos en esa casa, y ahí estaban los abuelos y el joven, la abuela
hasta nos sonrió y el joven nos prestó una habitación.
Pues quien sabe muchachas, tal vez esté equivocado, puede ser alguna otra cabaña del lugar que yo no conozca, pero no lo creo, este pueblo es muy chico y vivo aquí desde que nací, y créanme, según yo, la única casa separada del bosque es esa, pero
para salir de dudas, ¿por qué no vamos al lugar donde dicen ustedes que se quedaron a pasar la noche?.
Decidimos llevar al oficial a la casa, tal vez porque queríamos escuchar de sus palabras, que efectivamente, se había equivocado y nosotras nos quedaríamos tranquilas.
Pero cuando llegamos al lugar, el oficial afirmó que realmente era la casa de los abuelos asesinados y del joven que se había suicidado. Nosotros le creímos porque la casa ya no estaba igual, cuando entramos, era una casa totalmente abandonada, sin techo, con telarañas, ahí estaban las dos sillas solas y del techo de la habitación del joven, aun colgaba la cuerda con la que había sido ahorcado.
LOS FANTASMAS DE LA RUTA 66
Si usted decide seguir viajando a o largo de la ruta 66, pronto
se encontrará Catoosa, Oklahoma (USA), al conducir a través Catoosa, recuerde
que debe permanecer en la ruta 66: si usted toma un giro equivocado y termina en
la carretera 412, a unas 6 millas de Catoosa, no pocos le informarán de un
incidente que muchos otros han atestiguado haber vivido. Una vez que
llegue al cementerio de Timber Ridge ya no hay vuelta atrás: ahí es donde un pequeño niño nativo americano ha sido visto,... e incluso golpeado por más de un conductor. El pequeño se observa detenido a lo largo de la carretera con su bicicleta, donde un vehículo lo atropelló y lo
mató. Fue enterrado en el cementerio mismo, en la primera fila junto a la
puerta, cerca de la parte inferior de la colina. Varias personas juran que al
atravesárseles, sintieron realmente cómo golpearon al niño,... y encontrar
huellas de pequeñas manos ensangrentadas en los parachoques de sus coches.
Otros lo han visto de rodillas a lo largo de la carretera, mientras que algunos
otros incluso han asegurado haber sufrido daños en sus vehículos,
después de golpear al niño que luego se desvanece,... Recuerde que
cuando viaje a Catoosa, cerca a la ruta 66, no viaje por la carretera 412 a
menos que quiera a mirar a ese niño fantasma a la cara.
El Reno es otra ciudad a lo largo de la Ruta 66 que cuenta con su propia leyenda. Recorriendo
por el camino que se conoce como "la Ruta de la Madre" de El Reno, y entre éste
y Weatherford, usted se encontrará con el fantasma de un hombre jorobado. Lleva
un abrigo marrón y un sombrero que es de "estilo bogies", cubriéndole los ojos. Le encanta aparecer en las noches de niebla o de lluvia. Algunas personas se han detenido a lo
largo de la carretera a recoger a este misterioso hombre sólo para ver que él
pide dejar el vehículo tras un corto tramo, carretera más adelante,... para
luego ver pasmados cómo su imagen se mantiene como caminando frente a ti, en la
misma carretera, ¡pero lo verás así flotando por varias millas delante de
ti!
Si usted decide seguir viajando a o largo de la ruta 66, pronto
se encontrará Catoosa, Oklahoma (USA), al conducir a través Catoosa, recuerde
que debe permanecer en la ruta 66: si usted toma un giro equivocado y termina en
la carretera 412, a unas 6 millas de Catoosa, no pocos le informarán de un
incidente que muchos otros han atestiguado haber vivido. Una vez que
llegue al cementerio de Timber Ridge ya no hay vuelta atrás: ahí es donde un pequeño niño nativo americano ha sido visto,... e incluso golpeado por más de un conductor. El pequeño se observa detenido a lo largo de la carretera con su bicicleta, donde un vehículo lo atropelló y lo
mató. Fue enterrado en el cementerio mismo, en la primera fila junto a la
puerta, cerca de la parte inferior de la colina. Varias personas juran que al
atravesárseles, sintieron realmente cómo golpearon al niño,... y encontrar
huellas de pequeñas manos ensangrentadas en los parachoques de sus coches.
Otros lo han visto de rodillas a lo largo de la carretera, mientras que algunos
otros incluso han asegurado haber sufrido daños en sus vehículos,
después de golpear al niño que luego se desvanece,... Recuerde que
cuando viaje a Catoosa, cerca a la ruta 66, no viaje por la carretera 412 a
menos que quiera a mirar a ese niño fantasma a la cara.
El Reno es otra ciudad a lo largo de la Ruta 66 que cuenta con su propia leyenda. Recorriendo
por el camino que se conoce como "la Ruta de la Madre" de El Reno, y entre éste
y Weatherford, usted se encontrará con el fantasma de un hombre jorobado. Lleva
un abrigo marrón y un sombrero que es de "estilo bogies", cubriéndole los ojos. Le encanta aparecer en las noches de niebla o de lluvia. Algunas personas se han detenido a lo
largo de la carretera a recoger a este misterioso hombre sólo para ver que él
pide dejar el vehículo tras un corto tramo, carretera más adelante,... para
luego ver pasmados cómo su imagen se mantiene como caminando frente a ti, en la
misma carretera, ¡pero lo verás así flotando por varias millas delante de
ti!
EL DIA EN QUE EL INFIERNO SUBIÓ A LA TIERRA RELATO DE TERROR Y MIEDO ESCRITO POR RUKI GAZETTE

El sonido ensordecedor de un relámpago anuncia la llegada de la noche, se comienza a escuchar el canto agudo de los cuervos a la oscuridad. Los cielos se tornan de un negro agudo jamás antes visto y a la vez un enceguecedor relámpago rojo azota violentamente el suelo haciéndolo crujir y agrietarse.
Desde las profundidades del pavimento comienza a salir la lava ardiente junto con miles de demonios de figuras espectrales acechantes armados con dagas y tridentes con sed de sangre y muerte una sinfónica conformada por mil ángeles negros entonan su música fúnebre creando un ambiente de maldición y depresión acompañados con los gritos y llantos de las personas asustadas los cuales les sirven de coro a aquella melodía siniestra.
La luna comienza a tornarse roja a medida que los lobos lanzan sus aullidos hacia ella, los ecos de la muerte comienzan a invadir el ambiente poco a poco, las personas comienzan a caer al suelo sus vidas han sido apagadas y los demonios comienzan a celebrar su guerra ya ganada. Del cielo comienza a caer un diluvio de agua con un sabor agrio, son las lagrimas de millones de ángeles, vírgenes y santos los cuales lloran con impotencia la desgracia que está ocurriendo en el mundo esta vez los rezos y Dios no sirvieron de mucho, el daño ya estaba hecho y los demonios danzaban victoriosos sobre las personas muertas y agonizantes aclamando la aparición de su maestro.
Pocos humanos sobrevivieron a los hechos, pero el recuerdo de ese día jamás será borrado de sus mentes, el día de los relámpagos rojos y la lluvia de lágrimas… el día que el infierno subió a la tierra.
Desde las profundidades del pavimento comienza a salir la lava ardiente junto con miles de demonios de figuras espectrales acechantes armados con dagas y tridentes con sed de sangre y muerte una sinfónica conformada por mil ángeles negros entonan su música fúnebre creando un ambiente de maldición y depresión acompañados con los gritos y llantos de las personas asustadas los cuales les sirven de coro a aquella melodía siniestra.
La luna comienza a tornarse roja a medida que los lobos lanzan sus aullidos hacia ella, los ecos de la muerte comienzan a invadir el ambiente poco a poco, las personas comienzan a caer al suelo sus vidas han sido apagadas y los demonios comienzan a celebrar su guerra ya ganada. Del cielo comienza a caer un diluvio de agua con un sabor agrio, son las lagrimas de millones de ángeles, vírgenes y santos los cuales lloran con impotencia la desgracia que está ocurriendo en el mundo esta vez los rezos y Dios no sirvieron de mucho, el daño ya estaba hecho y los demonios danzaban victoriosos sobre las personas muertas y agonizantes aclamando la aparición de su maestro.
Pocos humanos sobrevivieron a los hechos, pero el recuerdo de ese día jamás será borrado de sus mentes, el día de los relámpagos rojos y la lluvia de lágrimas… el día que el infierno subió a la tierra.
LA CARNICERA DE LOS INFIERNOS RELATO DE TERROR Y MIEDO ESCRITO POR PEDRO ZAMBRANO.

Todo comenzó una tarde de mucho calor, en la que los pájaros se mojaban las alas en las fuentes y los ciudadanos de a pie, se refrescaban en bares y terrazas. Cuando lo que parecía ser una mujer, que se acercaba desde la distancia, tambaleándose de un lado a otro, a un ritmo casi gracioso. Debía de medir unos dos metros y medio por lo menos, era inmensa, tenía una larga melena negra, unos brazos largos y musculosos, fuertes como los de un campeón de culturismo, unas manos tan grandes que podían coger una cabeza y estrujarla como si fuera una simple esponja, unas piernas tan largas, que de una zancada recorría varios metros sin esfuerzo, sus ojos eran grandes y negros, inyectados en sangre, que parecía estar poseídos por el mismo Satanás. Llevaba un hacha en una mano y una cabeza cogida por los pelos en la otra.
Corría hacia la gente, asestando hachazos a todo lo que se le ponía por delante, hombres, mujeres, niños, niñas, le daba igual, su matanza no era discriminatoria. A unos les daba hachazos en la cabeza, en el pecho, en la espalda o donde le pillara mejor. A otros los cogía por los brazos, se los arrancaba, los cogía por la cabeza y les partía el cuello con un simple movimiento de muñeca, los pisaba hasta reventarlos, como si fuesen huevos que se caen de una mesa, a los que no alcazaba a darles un hachazo o no podía agarrar porque estaba muy lejos, les lanzaba miembros seccionados de sus víctimas, golpeándoles en partes vitales de su cuerpo, provocándole la muerte al instante.
La muchedumbre corría sin rumbo alguno, intentado escapar de la bestia que les perseguía, la gente corría como pollos sin cabeza, en círculos, sin control, corrían gritando, chocándose unos contra otros, corrían para escapar de los ataque mortales, que propinaba el monstruo que les estaba atacando.
Un hombre con una escopeta de caza, le disparó un tiro en la cabeza, arrancándole a la mujer del diablo casi toda la cabellera. La melena que llevaba la mujer grande en la cabeza, parecían pelusas tiradas en el suelo. La mujer con la cabeza medio pelada por el disparo, se dirigió hacia el hombre, le cogió la escopeta y se la anudó al cuello, como si la escopeta fuera una corbata.
Más personas se unieron en el fusilamiento de la carnicera, hasta diez pude contar, de distinta edades, cada uno armado con una escopeta, apuntándole a la cabeza y el corazón, a la señal de uno de ellos abrieron fuego, y la dama de los infiernos gritando cayó al suelo, mientras los disparos desmembraban su cuerpo. Una vez en el suelo, la loca medio calva, parecía volatilizarse como gas de una botella, cuando su corazón endemoniado dejóo de latir.
Corría hacia la gente, asestando hachazos a todo lo que se le ponía por delante, hombres, mujeres, niños, niñas, le daba igual, su matanza no era discriminatoria. A unos les daba hachazos en la cabeza, en el pecho, en la espalda o donde le pillara mejor. A otros los cogía por los brazos, se los arrancaba, los cogía por la cabeza y les partía el cuello con un simple movimiento de muñeca, los pisaba hasta reventarlos, como si fuesen huevos que se caen de una mesa, a los que no alcazaba a darles un hachazo o no podía agarrar porque estaba muy lejos, les lanzaba miembros seccionados de sus víctimas, golpeándoles en partes vitales de su cuerpo, provocándole la muerte al instante.
La muchedumbre corría sin rumbo alguno, intentado escapar de la bestia que les perseguía, la gente corría como pollos sin cabeza, en círculos, sin control, corrían gritando, chocándose unos contra otros, corrían para escapar de los ataque mortales, que propinaba el monstruo que les estaba atacando.
Un hombre con una escopeta de caza, le disparó un tiro en la cabeza, arrancándole a la mujer del diablo casi toda la cabellera. La melena que llevaba la mujer grande en la cabeza, parecían pelusas tiradas en el suelo. La mujer con la cabeza medio pelada por el disparo, se dirigió hacia el hombre, le cogió la escopeta y se la anudó al cuello, como si la escopeta fuera una corbata.
Más personas se unieron en el fusilamiento de la carnicera, hasta diez pude contar, de distinta edades, cada uno armado con una escopeta, apuntándole a la cabeza y el corazón, a la señal de uno de ellos abrieron fuego, y la dama de los infiernos gritando cayó al suelo, mientras los disparos desmembraban su cuerpo. Una vez en el suelo, la loca medio calva, parecía volatilizarse como gas de una botella, cuando su corazón endemoniado dejóo de latir.
Desde que soy pequeña siempre me han molestado las brujas y seres extraños, pero esa es otra historia! ahora desde que me mudé con Luis, mi esposo, a nuestro nuevo hogar nada nos deja estar tranquilos.
Hace un mes empezamos a oír ruidos como de gente caminando en la madrugada por el techo de nuestra casa y cuando encendemos la luz cesan los ruidos en el techo.
El sábado pasado regresamos de una fiesta, en la cual Luis se pasó de tragos así que se imaginarán el estado en el cual el se encontraba.
Llegamos a la casa a las 2:30 de la madrugada, así que nos acostamos a dormir.
Como a las 3, escuché como la puerta de la cocina se abría, y escuché ruidos en la casa y como que movían una de las sillas del comedor y como que se sentaban. Me levanté de la cama y me dirigí al comedor, como estaba claro decidí no encender la luz.
Al llegar al comedor, observé una pequeña figura sentada, era como un niño con cabello largo, pegó una risa macabra! de donde pude tomé fuerzas y le grité: "lárgate de mi casa criatura del infierno", salió corriendo y salió por la cocina. Luis se levantó al escuchar mi grito y lo persiguió afuera, pero al salir no había nadie, sólo las casas vecinas, ya que vivimos en barriada.
Hoy estamos a lunes y sigo escuchando los ruidos arriba de nuestro techo, pero ahora acompañados de aquella risa.
Hace un mes empezamos a oír ruidos como de gente caminando en la madrugada por el techo de nuestra casa y cuando encendemos la luz cesan los ruidos en el techo.
El sábado pasado regresamos de una fiesta, en la cual Luis se pasó de tragos así que se imaginarán el estado en el cual el se encontraba.
Llegamos a la casa a las 2:30 de la madrugada, así que nos acostamos a dormir.
Como a las 3, escuché como la puerta de la cocina se abría, y escuché ruidos en la casa y como que movían una de las sillas del comedor y como que se sentaban. Me levanté de la cama y me dirigí al comedor, como estaba claro decidí no encender la luz.
Al llegar al comedor, observé una pequeña figura sentada, era como un niño con cabello largo, pegó una risa macabra! de donde pude tomé fuerzas y le grité: "lárgate de mi casa criatura del infierno", salió corriendo y salió por la cocina. Luis se levantó al escuchar mi grito y lo persiguió afuera, pero al salir no había nadie, sólo las casas vecinas, ya que vivimos en barriada.
Hoy estamos a lunes y sigo escuchando los ruidos arriba de nuestro techo, pero ahora acompañados de aquella risa.
LA CITA RELATO DE TERROR Y MIEDO ESCRITO POR JUAN PABLO ESTEBAN CONDE

Qué miedo da entrar a descubrir la delgada misteriosidad de las velas. Cuando cubren la estancia, es como si algo las alentara. Todo lleno de velas. Y mi cita en el aire.
¿Quién será?
Es hermosa. De eso no me cabe duda. La he visto y su perfume, me ha llenado de embriaguez. De una sensación embriagadora, hasta donde el hombre puede alcanzar.
Más, había algo oscuro en su estructura. En su estacionamiento aéreo, hasta que, jugando con mis orificios nasales, se introducía en mi cuerpo, camino de mi corazón...
No sé...
Quizás, fue producto de la tentación. Pero es una tentación, que no es oscura. El amor es el amor. Y nos llena de luz.
En un suspiro vendrá aquí. Ojalá pudiera haber encontrado un candil, o algo parecido. Pero, no ha podido ser. Todo lleno de velas. No me siento cómodo.
De pronto...
No. No es ella.
Son sonidos de las oquedades del lugar: Una cueva. Sí. Una cueva semisubterranea. Y esos ecos que distorsionan con su continuo disturbar, los sonidos que el silencio crea.
Ella está al llegar. Debe de ser una persona maravillosa. Solo he podido hablar un momento, con ella. Lo bastante, para que, sorpresivamente, ella me cite. Quiere verme a solas. Que es como los amores se regalan, con la dulzura necesaria proveída por la intimidad.
Sí. Ahí sí, que podré tenerla en mis brazos.
Entonces, oigo un sonido. Es inconfundible. Tela de raso, rozando contra paredes de piedra. De la tela de raso de su vestido. Una luz se empieza a dejar ver, por la entrada a este habitáculo de la cueva, en el que me hallo.
Ya está ahí. Ya llega.
Entonces, lo que veo me llena de horror, aunque de alguna manera, también me maravilla:
No lleva vela. Ni candil.
Es su propia luz, la que ilumina su llegada.
Ella me mira. Y una voz suena. Una voz, casi infantil. En un canto, escalofriante, que me llena de hielo las venas.
“En la cueva entrarás, pero nunca de ahí escaparás...”
Una y otra vez, la vocecita infantil repite la cancioncilla.
De pronto, con una inocencia, infantil, cesa el canto, deshojando una risita juguetona, que se queda en el aire...
Ella se me acerca, mientras pone un dedo en sus labios, y me dice:
¡Ssscchhh! No tengas miedo. Quiero expresarte mis sentimientos, hacia ti. Tu corazón, está en mi poder. Para siempre.
Sus labios se pegan a los míos. La heladez de su beso me traspasa de parte a parte, como una invisible lanza. Su abrazo me hiere de frío, mientras me envuelve, como una fría ventisca de invierno. Sus manos viajan por mi cuerpo, hasta que no queda un rincón que recorrer.
Entonces, ella retira sus labios de los míos y me mira, con su gélida mirada, diciéndome:
Sí. Estoy muerta. Soy un fantasma. Pero, ¿qué importa? Ven conmigo al mundo de los muertos. Donde todo es eterno.
Es aciago el mundo sin amor. Es locura y desenfreno, de lo que se alimentan los sentimientos. Es descaro e insania. Solo por los amantes, justificada y aprobada.
Es un momento y ya está. Un momento, que provoca eternidad. Un momento, donde nada importa... Ni siquiera una daga...
Nada excepto... el corazón...
Aunque... esté helado...
¿Quién será?
Es hermosa. De eso no me cabe duda. La he visto y su perfume, me ha llenado de embriaguez. De una sensación embriagadora, hasta donde el hombre puede alcanzar.
Más, había algo oscuro en su estructura. En su estacionamiento aéreo, hasta que, jugando con mis orificios nasales, se introducía en mi cuerpo, camino de mi corazón...
No sé...
Quizás, fue producto de la tentación. Pero es una tentación, que no es oscura. El amor es el amor. Y nos llena de luz.
En un suspiro vendrá aquí. Ojalá pudiera haber encontrado un candil, o algo parecido. Pero, no ha podido ser. Todo lleno de velas. No me siento cómodo.
De pronto...
No. No es ella.
Son sonidos de las oquedades del lugar: Una cueva. Sí. Una cueva semisubterranea. Y esos ecos que distorsionan con su continuo disturbar, los sonidos que el silencio crea.
Ella está al llegar. Debe de ser una persona maravillosa. Solo he podido hablar un momento, con ella. Lo bastante, para que, sorpresivamente, ella me cite. Quiere verme a solas. Que es como los amores se regalan, con la dulzura necesaria proveída por la intimidad.
Sí. Ahí sí, que podré tenerla en mis brazos.
Entonces, oigo un sonido. Es inconfundible. Tela de raso, rozando contra paredes de piedra. De la tela de raso de su vestido. Una luz se empieza a dejar ver, por la entrada a este habitáculo de la cueva, en el que me hallo.
Ya está ahí. Ya llega.
Entonces, lo que veo me llena de horror, aunque de alguna manera, también me maravilla:
No lleva vela. Ni candil.
Es su propia luz, la que ilumina su llegada.
Ella me mira. Y una voz suena. Una voz, casi infantil. En un canto, escalofriante, que me llena de hielo las venas.
“En la cueva entrarás, pero nunca de ahí escaparás...”
Una y otra vez, la vocecita infantil repite la cancioncilla.
De pronto, con una inocencia, infantil, cesa el canto, deshojando una risita juguetona, que se queda en el aire...
Ella se me acerca, mientras pone un dedo en sus labios, y me dice:
¡Ssscchhh! No tengas miedo. Quiero expresarte mis sentimientos, hacia ti. Tu corazón, está en mi poder. Para siempre.
Sus labios se pegan a los míos. La heladez de su beso me traspasa de parte a parte, como una invisible lanza. Su abrazo me hiere de frío, mientras me envuelve, como una fría ventisca de invierno. Sus manos viajan por mi cuerpo, hasta que no queda un rincón que recorrer.
Entonces, ella retira sus labios de los míos y me mira, con su gélida mirada, diciéndome:
Sí. Estoy muerta. Soy un fantasma. Pero, ¿qué importa? Ven conmigo al mundo de los muertos. Donde todo es eterno.
Es aciago el mundo sin amor. Es locura y desenfreno, de lo que se alimentan los sentimientos. Es descaro e insania. Solo por los amantes, justificada y aprobada.
Es un momento y ya está. Un momento, que provoca eternidad. Un momento, donde nada importa... Ni siquiera una daga...
Nada excepto... el corazón...
Aunque... esté helado...

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